yesika salgado

PRESENTADA POR Ruben Reyes, Jr.

El poemario debut Corazón (Not a Cult, 2017) de Yesika Salgado, del que seleccionamos estos poemas, explora el desamor en sus diversas manifestaciones. La colección ejemplifica el lado áspero del amor, enfocándose en las emociones que conlleva una relación descarriada, la “fruta madura que crece en un árbol moribundo.” Pero conceptualizar Corazón como solamente una compilación de poemas de amor sería tener un conocimiento incompleto de la obra de Salgado.

Salgado se identifica como una poeta “gorda, fina, y morena” y sus poemas contienen un sentido de lo que significa vivir como una mujer salvadoreña-estuadounidense cuyo cuerpo contradice las expectativas estereotípicas de una latina hipersexualizada y racializada. Así, “Peluda,” aunque en su esencia es un poema de amor, simultáneamente se trata del viaje gradual hacia la reclamación del propio cuerpo, con su pelo inmanejable y todo. She presenta lista “para mostrarte que no soy la mujer que piensas que soy.”

Luego, al confrontar la brecha entre las expectativas y la realidad, el patrimonio salvadoreño de Salgado se convierte en un lugar de conflicto. En los Estados Unidos, adonde El Salvador con frecuencia es invisible—“cada hombre que he amado no conoce mi tierra”—, los poemas de Salgado le dan forma a la diáspora salvadoreña. Aunque los poemas que hablan directamente de El Salvador son pocos, éstos sutilmente expanden los roles que los salvadoreños desempeñan en los EE.UU.

Por ejemplo, Salgado recupera la imagen del machete, una imagen que políticos y medios de comunicación en EE.UU han vinculado con las maras durante décadas, y la ubica como una parte positiva y generativa de su ser. El machete se convierte en una parte central de las mujeres salvadoreñas de quienes procede, como lo afirma al inicio de “Corazón salvadoreño”: “vengo de mujeres de campos de maíz y algodón / de machete y fuego.” Después habla cariñosamente sobre el machete, diciendo que “la hoja del corvo es nuestra amiga”, y que su ex amante es una mala hierba y que “sé cómo cortarte de mí.”

En vez de ser una arma del terrorismo, el machete es una fuente de fuerza y orgullo. La poesía de Salgado socava las presunciones de la criminalidad de los inmigrantes salvadoreños solo por ser inmigrantes. Son poemas de amor, pero también son poemas sobre la complejidad de nuestra gente. Uno lee los poemas de Salgado y se encuentra con que los salvadoreños no son solamente criminales o chivos expiatorios: también son amantes, rompecorazones, son los que viven con el corazón roto; son artistas, forjadores de palabras y poetas. Los poemas de amor de Yesika Salgado son naves perfectas para navegar por la vastedad de quienes somos.